En este caso, sin embargo, esperaba mucho de la obra y de su autora.
Tengo que confesar que, sin ser una lectura que te desagrade, considero que está formulada para leer en determinado momento de la vida. Ni antes ni después. Simplemente en ese momento en el que tu mente y tu alma están preparadas para acometer una obra como esta. ¿Cuándo es ese momento? Difícil cuestión. Para unos antes, para otros después. Todo dependerá de tu madurez, de lo que la vida te haya dado y quitado, de lo que hayas tenido que luchar, de los que has tenido enfrente, de tus ganas y tu desgana por vivir ...
La obra, de carácter epistolar, narra lo que una anciana que ve próximos sus últimos días, quiere contar a su nieta. Una nieta que, no por el hecho de serlo, no ha dejado de comportarse con ella como cualquier adolescente se comporta con sus padres. Una abuela que, lejos de comportarse como abuela, debe ejercer de madre sintiendo la culpa de un pasado que no quiere seguir ocultando.
Encontrar escapatorias cuando no se quiere mirar dentro de uno mismo es la cosa más fácil de este mundo. Siempre existe una culpa exterior, hace falta mucha valentía para aceptar que la culpa -o, mejor dicho, la responsabilidad- nos pertenece tan sólo a nosotros. A través de las "cartas" que recoge en un diario destinado a su nieta, Olga busca que esa joven rebelde comprenda el porqué de algunas cosas. Su cariño hacia ella y hacia su madre. Su infidelidad. Su amor. Su época. El porqué de tantas y tantas cosas que estuvieron ocultas durante demasiado tiempo.
Una época en la que compartió cariño con un hombre, su marido, al que ocultó su gran secreto. Un hombre que, instantes antes de su muerte, le reveló que él también conocía ese secreto y se lo ocultó. Cariño y amor van parejos en esta obra.
Una niña huérfana que se siente querida y cobijada bajo la sombra de su abuela. Una adolescente que no entiende, no comprende, que se siente incomprendida y exige de su abuela más de lo que ésta puede darle: "Los jóvenes no son egoístas por naturaleza, de la misma manera que los viejos no son naturalmente sabios".
A través de estas cartas Olga va desgranando toda una vida, la suya, sin tapujos, para su nieta. Simplemente. Tan fácil y tan difícil. Sin esconder nada. Sin buscar ni perdón, ni pena ni comprensión; tan sólo la verdad.
Puede que no sea una novela brillante. Su calidad literaria no es precisamente de las que puedan poner como ejemplo en un aula literaria, pero sí su gran dosis de humanidad. El conflicto intergeneracional aparece hermosamente resuelto a través de sus líneas. ¡Es tan fácil juzgar lo ajeno, sobre todo cuando nos resulta tan próximo!.
Sin ser brillante, repito, es hermosa.